lunes, 2 de marzo de 2015

¿Qué está sucediendo con Grecia?

De aquí a hace unos meses Grecia se ha convertido en punto de referencia del posibilismo político tanto desde la derecha como desde la izquierda. Pese a que se ha repetido hasta la saciedad que España no es Grecia, lo cierto es que tanto la derecha como las izquierdas españolas se han implicado, mas que las de ningún otro país, en la campaña electoral griega, por la Nueva Democracia de Samaras o la Izquierda radical de Syriza, excepción hecha del PSOE, cuyo homólogo griego es ya un cadáver político.La derecha española incluso ha ido mas allá, tomando parte activa en las negociaciones entre Grecia y la Troika, con una contundencia y ferocidad aún mayor que la auténtica parte, Alemania. España ha funcionado como el mas leal servidor y capataz de las políticas neoliberales impulsadas por nuestros acreedores financieros, los bancos alemanes y franceses.


El resultado de las negociaciones ha sido, hay que decirlo, una claudicación y una derrota, una derrota no solo para Syriza sino para la totalidad de la izquierda emancipadora de los países de la periferia europea. Hay que decirlo y asumirlo, porque todo lo que sea revestirlo de triunfalismo, por muy relativo que sea, tal y como se está haciendo desde Podemos e Izquierda Unida es autoengañarse con espejismos. Podrán decir que la prórroga por cuatro meses del rescate sin la negociación de uno nuevo ha supuesto un balón de oxígeno, pero ese oxígeno ha costado muy caro, y su precio ha sido renunciar a la readmisión de 300.000 funcionarios despedidos, renunciar a la desprivatización de lo público y a frenar los procesos de privatización emprendidos por el anterior gobierno, renunciar a subir el SMI ... La derecha ultra-reaccionaria, el Partido Popular, lo ha entendido muy bien y así es como lo ha transmitido, como una victoria propia, como la enésima corroboración de la máxima reaccionaria esta es la única política posible, frotándose las manos por lo que puede suponer una derrota a las expectativas emancipadoras distintas al neoliberalismo defendidas por las fuerzas de izquierdas españolas. 




Porque hablar de política no se reduce a hablar de posiciones sino de correlaciones de fuerza, que es lo que realmente hay tras toda negociación. Y lo cierto es que Syriza vs Troika era David contra Goliat. Desde el primer momento las autoridades comunitarias pusieron las cartas sobre la mesa, que no eran otras que el tengo una oferta que no puede rechazar de Don Vito Corleone y a negociar con una pistola apuntando a la sien se le puede llamar de todo menos negociar.Pero hay otros nubarrones que se ciernen en el ya de por sí difícil panorama. 

El pueblo griego había apostado abierta y entusiásticamente por Syriza, en la que se habían depositado unas expectativas que se han visto frustradas. La frustración está alcanzando incluso a amplios sectores mismo partido radical de izquierdas que, no lo olvidemos, no es un partido sino una coalición. 

Se sienten traicionados por Tsipras y Varufakis que hicieron unas promesas que al final no han cumplido, ganando los memorandums por goleada. Y por si fuera poco, el descontento anticrisis griego no solo se ha polarizado por la izquierda sino también por una ultraderecha xenófoba especialmente violenta, el fascismo de Amanecer Dorado, que hoy es el tercer partido del espectro político y que puede capitalizar en su favor la frustración y desencanto actualmente generado entre los que han apoyado a Syriza. 

De nuevo formulo la afirmación sostenida por las derechas europeas pero en forma de interrogante ¿Realmente es el neoliberalismo austericida la única política posible? La pregunta es terrible, con todo lo que esconde de realidad, que viene a ser lo mismo que asegurar que, gobierne quien gobierne, solo hay un partido y una única forma de gestión política. En mayo de 2010 contemplamos, con asombro, como la Troika daba un Golpe de Estado llegando al punto de adaptar la Constitución  a sus exigencias y prioridades. A partir de entonces desapareció la división de poderes, sustituida por uno solo, el poder de los memorandums, ejecutado por las agencias de calificación y los hombres de negro. Las restantes instituciones sobreviven, pero mas como figuras decorativas que como otra cosa.



La batalla de Syriza es nuestra batalla y su derrota es nuestra derrota. En Grecia es mucho lo que está en juego. Sin maximalismos, podemos considerar que la reconquista del Estado del Bienestar perdido es, dadas las condiciones actuales, un objetivo revolucionario. Pero en un contexto político-económico como el europeo, de dominio totalitario del neoliberalismo, un pequeño país cuya economía supone un 3% del PIB de la UE, poco puede hacer ante la ausencia de un bloque antiliberal de países periféricos que pueda construir su propia ALBA y su propia CELAC alternativas a la todopoderosa Troika. 

Solo le quedaría, en un juego peligroso y de audacia, jugar a la geopolítica, buscar la financiación en otras áreas distintas a la europea, Rusia y China, y salir del euro. Pero dar esos pasos implica previamente tomar el poder, porque ya hemos visto que no se accede al poder ganando unas elecciones y formando gobierno. Tomar el poder es conquistar la democracia y la soberanía, disputándosela a los mercados.

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